GÜEMES OTORGA UNA AYUDA ECONOMICA A JUANA AZURDUY EN 1818 (DOCUMENTO)

La chuquisaqueña Juana Azurduy de Padilla fue elogiada hasta el hartazgo después de muerta ocurrida el 25 de mayo de 1862. Su sepelio –si puede nombrárselo de algún modo-, apenas demandó la módica suma de un (1) peso, como consta en la Partida de Defunción que lleva la firma de Bernardo Campero al pie. Dice allí, que

 “murió en su casa y en la Comunión de Nstra. Sta. Madre la Iglesia con hinchazón Dña. Juana Azurduy de Padilla, mayor de ochenta años, viuda del coronel Padilla, vecina de esta Parroquia. Para morir recibió todos los Santos Sacramentos necesarios y después de rezado su oficio con cruz baja se sepultó en el Panteón Gral. de esta ciudad en fábrica de un peso.”

La humildad de la ceremonia se cierra con la casi nula concurrencia para despedir a tan gallarda americana: la acompañaron “un niño, una flor y cuatro indios que llevaban un mísero féretro”, agrega Estela Bringuer.[1] “La Época” fue el único periódico que publicó escasas líneas para dar cuenta del suceso, tratándola a Azurduy de “Alma ilustre y virtuosa”. Nada más.

Ubicamos el año 1816 como la primera vez que toman contacto el gaucho general Martín Miguel de Güemes y la teniente coronel Juana Azurduy de Padilla. Fueron dos arquetipos, nadie lo pone en dudas, e igualmente destratados por la historiografía hispanoamericana, o hasta que algunos investigadores, muy tardíamente, empezaron a reivindicarlos por las hazañas que habían protagonizado para la libertad y la independencia.

Azurduy de Padilla participó en 24 batallas[2], inalcanzable proeza que, de haber sido europea, le hubiesen merecido incontables monumentos y honras y obras escritas por cuanto rincón su nombre resonara. Peleó como lo que fue: una auténtica amazona del Nuevo Mundo, recuperando estandartes enemigos[3], arengando a su tropa y siendo ejemplo tanto para sus superiores como para aquellos a quienes dirigía.

Diseño del estandarte capturado al enemigo por la amazona Juana Azurduy de Padilla al tomar el cerro Potosí, en marzo de 1816, lo que le valió, meses más tarde, su graduación de teniente coronel de manos de Belgrano.

No obstante lo dicho, sus contemporáneos le depararon una vida miserable, de espartana pobreza material rayana en la vergüenza de quienes sí supieron llevarse los premios de las campañas. Y con mucho de vergüenza, doña Juana se vio en la situación de tener que mendigar una ayuda económica en los momentos más álgidos de la Guerra de la Independencia.

AYUDA PARA UNA TAL “JUANA ASURDUI”

El 24 de mayo próximo pasado, un día antes de cumplirse el 159º aniversario del paso a la inmortalidad de Juana Azurduy, el museólogo salteño Gustavo Marcelo Flores Montalbetti[4] nos acercó, de manera muy gentil, una copia digital de un documento que encontró en “el Complejo de Bibliotecas y Archivo Histórico de Salta (…) que data de 1818 en el que consta bajo firma del general Güemes, la orden de entrega de $ 25 para ayudar a la teniente coronel doña Juana Asurdui (tal cual firma de puño y letra)”.[5]

Se trata de una auténtica joya archivística que demostraría, sin atenuantes, la pobreza material de la teniente coronel Azurduy, rigor que hubo de sufrir hasta el último día en la tierra, como ha quedado expuesto al inicio de esta nota. Del documento en cuestión, fechado en “Salta, Mayo 18/818”, se visualizan las firmas de Martín Miguel de Güemes y de Toribio Tedín[6], ambas en el anverso, y la de Juana Azurduy en el reverso, mientras que el cuerpo principal esboza todas las penurias por las que tuvo que pasar la solicitante para presentarse –no sin cierto pudor- ante el gaucho general por una asistencia pecuniaria.

En la transcripción, vamos a cotejar el respeto con que se dirige Azurduy al gaucho Güemes, a fin de obtener algún real que le permita subsistir y continuar guerreando por la soberanía americana que así lo exigía:

“Salta, Mayo 18/818.

Socórrase por el

Ministro de Hacienda

a la suplicante

con veinte y cinco pesos.

Güemes

(firma)

Toribio Tedín

(firma)

Reducida a la más extremosa indigencia por premio de mis trabajos en el campo de Marte: sin recursos ni conocimientos en este país, y obligada al mismo tiempo a transportarme a la del Tucumán a gestionar la devolución de mis alhajas y plata labrado, me es indispensable ocurrir a la protección de V.S. Escasa absolutamente de medios para conseguir mi fin pasaré por la primera vez, obediente al imperio de las circunstancias el cáliz amargo de exigir veinte y cinco pesos de auxilio a nombre de la vuestra (…) generosidad de V.S., su bondad característica, y la situación lastimera de su compañera en armas, harán que V.S. apurando los recursos, y conformando su empeño con el contador Nacional se me de esa corta cantidad, o con cargo de reintegro, entre tanto se me abonan los sueldos con arreglo al Despacho de teniente coronela que obtengo del Sor. Supremo Director del Estado, o por vía de auxilios que generalmente se franquean a los oficiales de mi clase.

Recibí del Sr. Ministro Contador Nacional quince pesos a cuenta de los veinte y cinco pesos que se me mandarán entregar por el Sr. Gobernador Interino.

Salta y Mayo 19 de 1818.

Son 15 pesos                                                                          Juana Asurdui

                                                                                                               (firma).”

La teniente coronel Juana Azurduy no le oculta a Güemes el hecho de sentirse avergonzada por el “cáliz amargo de exigir veinte y cinco pesos” a la Contaduría Nacional, mientras le dice estar viviendo una “situación lastimera” al encontrarse mendigando una módica suma para solventar sus gastos, ella que era una oficial del Ejército del Norte y de foja intachable.

Anverso de la carta donde hace su descargo Juana Azurduy al general Güemes para ser acreedora de una ayuda de $ 25.-. Sobresale la firma del gaucho general.

En el reverso de la carta está la contestación al pedido de Juana Azurduy, respuesta que llegó al otro día de la petición (19 de mayo de 1818), con la particularidad de que no le entregan los veinticinco pesos de una sola vez, sino que le adelantan $ 15.- (quince pesos) además de la promesa de enterarle el resto que queda a cuenta. La conformidad en el adelanto lo certifica la teniente coronel con su rúbrica.

Hasta aquí este particular archivo que se encuentra en un organismo público de la provincia de Salta, y que nos fue dado a conocer por el nombrado museólogo Gustavo Flores Montalbetti, a quien le agradecemos la deferencia. Él también nos hizo conocer un listado escaneado que, durmiendo el sueño de los justos en el Archivo del Ejército Argentino (EA), tiene datos relativos a la incorporación de Juana Azurduy como oficial del Ejército del Norte en la campaña de la Independencia.

Reverso de la carta, con la firma de la heroína: “Juana Asurdui”, se lee. Allí da su conformidad por el adelanto de quince pesos.

Como mandaba la sociedad de su tiempo, el propio Flores Montalbetti aseveró: “En los registros del ejército tampoco figura como Juana, sino Juan; como si entonces pareciera una aberración que figurase el nombre de una mujer” entre los aspirantes a servir en la oficialidad patria. Por eso vamos a ver anotada a Juana Azurduy de la siguiente manera: “FOLIO DEL LIBRO: 313 / NOMBRE: Azurduy, Juan / GRADO O EMPLEO: Teniente Coronel / CUERPO O DESTINO: Milicias del Perú” (Imagen principal de la nota). Este tipo de datos, empero, no deben analizarse con ojos de siglo XXI, porque entonces estaríamos quitándole la esencia a un pasado histórico que se ha dado de un modo determinado y vivido por personalidades que han sido hijos de ese contexto. Por lo demás, bien vale su análisis hermenéutico, consciente y desprovisto de toda ideología o bandería disolvente.

Por Gabriel O. Turone

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Referencias:

[1] Bringuer, Estela. “Juana Azurduy, teniente coronel de las Américas”, página 171.

[2] Algunas de las acciones que la tuvieron por protagonista fueron Tacobamba, Potosí, Carretas, El Villar, Vilcapugio, Ayohuma, Tarvita y Los Guayabos.

[3] Manuel Belgrano la asciende al grado de teniente coronel el día 13 de agosto de 1816, luego de que Juana Azurduy lograra capturar una bandera enemiga en el Cerro de La Plata (Potosí), en marzo de ese mismo año, según consta en un documento fechado el 26 de julio de 1816, y que obra en la Sala X – Legajo 23-2-3, del Archivo General de la Nación (AGN).

[4] También cursó estudios de Geología y Arqueología, y es Investigador Adjunto del Museo Antropológico de Salta. Revistó como director del Museo Arqueológico “Pío Pablo Díaz” de Cachi, Salta. Nació en 1956.

[5] Correo electrónico enviado por Flores Montalbetti el 24 de mayo de 2021, a las 19:05 PM.

[6] Este José Toribio Tedín, nos dice Rafael Sosa, fue un oficial de Caballería nacido en Salta y de destacada labor intelectual. Güemes lo designó Ministro de Gobierno provincial entre 1815 y 1820, y siendo Unitario salvó su vida en la cárcel, ya en la época de Rosas, por intermediación de una dama tucumana que pidió por su humanidad. Aprovechando su viudez, se ordenó sacerdote, pudiendo regresar a la Confederación Argentina para vivir tranquilo en su Salta natal. Murió a avanzada edad.

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