“UN SOLDADO”, POESIA (1966)

La edición bilingüe Retreta del Desierto consistió en un trabajo realizado por el Círculo Militar. Dicha obra fue presentada al público como “obra histórico-musical-pictórica”, acaso porque en ella sintetizaron su participación cuatro personalidades que, desde lo militar, histórico, gauchesco y artístico, expresaron lo mejor de sí para tan estupenda realización. Encontramos, entonces, que el resumen histórico le fue concedido al general Gustavo Martínez Zuviría, las ilustraciones por cuenta del dibujante gauchesco Sr. Eleodoro Marenco, mientras que la poesía y el poema al Dr. Fernando Jáuregui y Enrique Vidal Molina, respectivamente. 

La Primera Edición Extraordinaria de la obra salió en 1966, vendiéndose del mismo unos 10.000 ejemplares. Al año siguiente salió una Edición Bilingüe que apenas alcanzó los 3000 ejemplares. Otra Edición Económica que vio la luz en 1967 obtuvo 2000 unidades vendidas. Para el centenario de la Conquista al Desierto del general Julio A. Roca (1979), volvió al ruedo con una tirada de 5000 volúmenes.  

Refiero, por último, que Retreta del Desierto traía un LP (Long Play) que, sonorizado por Philips, contenía cinco temas ejecutados por la Banda Sinfónica Militar, a cuyo frente se hallaba el Maestro de Banda teniente coronel S. T. Amodei. A su vez, el ejemplar venía con numerosas láminas de Marenco que retrataban la vida en los fortines, aspectos de la vida de las tribus y elementos y uniformes del soldado de línea. Otro ítem de la obra era una suerte de libro en el cual se historiaba acerca de lo que musicalmente se quería dar a conocer, finalizando con un bello poema dedicado al abnegado soldado de frontera que es, sin más, el que transcribo a continuación. Gabriel O. Turone.

UN SOLDADO

Viejo soldado anónimo,

que se internó valiente en el desierto,

fue a salvar del malón a sus hermanos,

trabajadores, probos, indefensos.

Viejo soldado del fortín perdido,

que por luchar allí dejó sus huesos,

topando siempre en desventaja al indio,

pobre de ropa, pobre de sustento,

mas flameando el concepto del deber

como oriflama pregonando al viento.

Su misión fue para él sagrada orden;

su disciplina creó un blasón de hierro;

su vida cinceló la pura imagen

inconfundible del soldado griego,

y como aquel campeón de las Termópilas

hizo proezas en el pampeano suelo.

La civilización llevó en su lábaro

desmontando al salvaje sus arrestos,

a las tribus con tacto logró atraerlas

para el servicio honroso del ejército.

Viejo expedicionario, su existencia

fue erigiendo su propio monumento:

Un mangrullo y en lo alto su vigía

oteando las sorpresas del desierto.

Los caminos que abriera este soldado

sirvan a todos para bien y ejemplo,

que las patrias precisan no sólo himnos

sino también la acción limpia y heroica,

que es patrimonio de los grandes pueblos.

FERNANDO JÁUREGUI

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